miércoles, 17 de agosto de 2011

La primera vez que odié a Justin Bieber.

¡Hola Poperas! yo hace dos semanas, tenía una obsesión; JUSTIN BIEBER. Tenía de todo, sus camisetas, sus discos, su libro, sus bragas... ¡lo que se dice una verdadera fan! 
Una calurosa noche de verano, mis amigas decidieron acabar con toda esta paranoia. Me llamaron a casa para que bajara, como de costumbre, pero en vez de ir a la discoteca de siempre, Paula propuso llevarme a un bar heavy de las afueras. Al principio yo estaba muy asustada, todos esos tipos tenían pinta de delincuentes. Nos sentamos en una mesa al fondo y pedimos unos cócteles sin alcohol. Como no tenían, nos pusimos como cubas.
En la mesa de al lado, había un chico REALMENTE parecido a JB. O a lo mejor serían los JBs que llevaba encima, no sé. El caso, es que acabamos juntando mesas y a la hora de volver a casa él y sus amigos nos propusieron dar una vuelta por el bosque.
Era una noche sin luna, al principio me dio miedo, pero la verdad es que me sentía con fuerzas para hacer cualquier cosa. Salimos y comenzamos a andar en dirección al monte. 
Nos metimos por un sendero que de día es realmente precioso, aunque de noche se vuelve de lo más fantasmagórico. De repente escuchamos una risa que nos resultó familiar:
-¡BOB ESPONJA!-Exclamó María.
Y nos miramos los unos a los otros buscando una explicación.
-¡NO, ES PATRICIO!-contradijo Lara.
-¡Calamardo, no te jode!-Añadió uno de los chicos.
Me intenté abrazar a Cristina, pero no la encontraba. 
-¿Y Cris?-Dije.
-¿No estaba contigo?-Añadió Paula.
Entonces, la risa se volvió a escuchar, una risa que jamás olvidaré. Dimos la vuelta, pero había tan poca luz que no veía bien por donde volver, sacamos los móviles y iluminamos el suelo. 
-¡AAAAAAAH!-Chilló María.
Todos nos acercamos a ella y observamos que en el suelo, estaba el colgante con forma de corazón que esa noche Cristina se había puesto al cuello. Yo me acerqué al chico JB y él me abrazó.
-¡Esto se acabó!-Afirmó Paula.-¡Cris, a mi no me la das!
Paula se metió entre los arbustos, en la zona donde habíamos encontrado el collar. Él me soltó para ir a detenerla pero fue inútil. Cada vez que recuerdo esto me entran ganas de llorar. La habíamos perdido, nos sentamos en el medio del camino y nos abrazamos los unos a los otros.    
La risa de antes, se volvió a repetir. Era como una especie de señal, que indicaba que alguien estaba a punto de desaparecer, o lo que le pasara.
Comencé a temblar. Él, se acercó a mi y me dijo:
-No tienes por qué tener miedo, fijo que estas dos nos están gastando una broma.
-Pe...pero...-Tartamudeé
-Ven, vamos a una zona de aire fresco. Conozco un sitio precioso por aquí.-Se levantó, me tendió la mano y juntos empezamos a caminar.
Las piernas me temblaban, por lo que fuimos a paso lento. Me puso su cazadora sobre los hombros y le sonreí. Llegamos a un montón de rocas desde el que se veía toda la ciudad, alumbrada por las farolas.
-Es muy... bonito-Comenté.
-Vengo aquí para relajarme. Es mi escondite, por así decirlo. Era un secreto... bueno, ahora también lo sabes tú.
-Será nuestro secreto.-Yo.
Entonces mis labios se encontraron con los suyos. Era un consuelo después de todo lo que estaba pasando. Pero, de pronto fuimos interrumpidos por Lara y los otros dos chicos que llegaron corriendo hacia nosotros.
-¡María ha desaparecido! ¡Ya no está! ¡La acompañó Quique a buscar moras y ahora... ¡ya no está!
Enrique apareció entonces:
-¡Se le cayó el bolso y fue a por él! ¡La perdí entre los árboles y ya no la he vuelto a ver!
Me agarré a mi nuevo fichaje y permanecí a su lado.
Seguimos caminando porque descubrimos que hiciéramos lo que hiciéramos no podíamos detener lo que sucedía. Me detuve a beber agua de un pozo y cuando volví a mirar les descubrí; el chico JB estaba clavándole a Lara algo en el estómago; de golpe comprendí todo.
Eché a correr, en busca de refugio, perseguida por tres muchachos asesinos con sed de mi sangre. No querrían dejar testigos. De pronto, la vi, mi única posibilidad; llegar con vida a la cabaña del guardabosques. Sin mirar atrás conseguí subir las escaleras a toda prisa, y me encerré dentro. Usé una silla para la puerta y coloqué las estanterías tapando las ventanas. Luego entré al armario, porque era lo que solía hacer cuando de pequeña, tenía miedo. Detrás de los abrigos, entré a Narnia.
-¡Ups, este no es mi cuento!
-No pasa nada.-dijo el fauno.-¿Una galletita?
-No gracias, están a punto de asesinarme.
-Ah, pero mejor que te asesinen con el estómago lleno.-Insistió.
-No, no, de verdad, no puedo comer nada, tengo el estómago revuelto.-Negué con la cabeza.
-Si no quieres galletitas...¡fuera de Narnia ahora mismo! ¡Ahí te mueras!-Gritó blandiendo una caja de pastas.
El fauno tenía muy mal humor. Volví a mi historia y vi cómo se giraba el picaporte desgastado de la puerta del cuarto de baño. ¡Maldición, había olvidado revisar si allí había ventanas!
Apareció el guardabosques. Me vio, blanca como la cal, encogida en el suelo.
-¿Pero  qué...?-Articuló.
Yo estaba en estado de Shock. Me arropó con una manta y me permitió quedarme hasta el día siguiente. Amaneció y sin problemas, salimos de aquel lugar. Me llevó de vuelta con mis padres.


Nadie ha creído esta historia dado que mi nivel en sangre de alcohol era bastante elevado. Por eso, yo os la cuento con la esperanza de que alguien me entienda. A partir de esa experiencia empecé a odiar a Justin Bieber y todo lo relacionado con él.

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