viernes, 2 de septiembre de 2011

La primera vez que fui a un campamento.

¡Bonjour lectoras!
Mi nombre es María y os voy a contar la gran historia de la primera vez que me fui de campamento. Lo pasamos FATAL y no os recomiendo leer esta historia si estáis solas/os en casa.
Todo comenzó el verano del año pasado. Las chicas y yo elegimos un campamento al que ir juntas, juramos que serían las mejores vacaciones de nuestra vida y que NADIE podría impedirlo. 
Era perfecto; teníamos una habitación para las cinco solas. El primer día, fue la presentación. Nos enseñaron el sitio y nuestro cuarto. Dejamos las maletas y nos pusimos a hablar de lo genial que era todo.
Pero por la noche, la cosa cambió. Nos reunieron para contar historias de miedo y un chico realmente guapo al que apodaron Yoyi nos relató una historia que según él sucedía todos los años. era algo así:
<<Chicas, tened cuidado. Se habla que hace unos diez años, un grupo de amigas se juntó para venir al campamento. Y en el bungaló en el que os quedáis, ellas se alojaban. Cada noche, cuando se quedaban dormidas, alguien o algo le rompía las uñas a una de las muchachas. y se ha repetido, como una profecía. Aunque, sólo es una tontería, no me hagáis caso.>>
Para que os orientéis mejor, voy a contaros lo que pasó, noche por noche.
Noche número uno:
Que fue aquella misma velada, en la que nos informaron de la extraña profecía. a decir verdad, no nos daba gran miedo, a todas excepto a Susana, una amiga muy especial a quien le aterraba la idea de perder sus uñas.
Nos acostamos, y a la mañana siguiente, Rebeca apareció con la manicura hecha trizas.
Noche número dos:
Aquello de que alguien hubiese entrado en nuestro cuarto nos dejaba un poco tocadas. Sentimos miedo, pero no le dimos mucha importancia pensando que había sido el niño que nos había contado la historia. Por eso pasamos el día riéndonos y pasándonoslo bien.
Al llegar la hora de dormir, seguimos sin creernos nada y simplemente nos aseguramos de cerrar bien todo. 
Pero a medianoche un ruido me despertó. Era algo que golpeaba la ventana, como picoteando, como unas uñas golpeando el cristal. Desperté a Elena, que dormía en la litera de abajo.
-¡ELENA!
-¡POR DIOS, SON LAS DOS DE LA MAÑANA!
Con los gritos, el ruido paró. Le conté todo, pero ella no me creyó, pensó que serian algunas ramas haciendo ruido. Pero a la mañana siguiente, mis uñas estaban completamente destrozadas.
Noche número tres:
Esto ya nos daba demasiado mal rollito. Decidimos juntarnos y investigar, ¿quién estaba haciendo eso? ¿cómo podía entrar a nuestra habitación? Y lo más importante de todo... ¿me regalarían mis padres un Iphone por mi cumpleaños? 
A eso de las doce, nos levantamos todas excepto Susana de nuestras camas. Ella tenía demasiado miedo.
Comenzamos bajando por las escaleras que daban a nuestra casa, con los ojos bien abiertos. Escuché otro ruido.
-¿Yoyi... eres tú?
-¡SI ES YOYI DILE QUE TIENE QUIE MIRARSE ESE SENTIDO DEL HUMOR!
Patrullamos la zona, muertas de miedo, sin encontrar nada.
Al volver a la caseta, nos encontramos a Susana sentada, esperándonos.
-Tengo mucho frío.-Nos dijo.
-¡Normal, apártate del minibar!-Respondió Elena.
Nos fijamos en ella. Estaba tapada hasta arriba... extraño. Estaba tiritando y no era por culpa de la neverita.
Nos sentamos a su lado, y entonces lo vimos. Sentado en la ventana estaba ni más ni menos que... ¡Eduardo Manostijeras! 
¡Claro! Él nos venía a arruinar la manicura todas las noches. Pero cuando le pudimos ver la cara... ¡era la de Yoyi!
Queríamos vengarnos de él, hacerle lo que él nos hizo... pero cuando fuimos a cortarle las uñas... ¡no tenía! Claro, era Yoyi Manostijeras, así que sólo le desafilamos el filo.


Pasamos los siguientes días haciendo guardia para que no entrara, y llamamos a casa para que nos recogieran.

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